
No mucho tiempo atrás era impensable. La tradición y la costumbre de vestirse para los invitados estuvo tan de moda, y durante tanto tiempo, que cuando comenzaron a despeinarse las primera novias de la vanguardia, el destape fue total. No es una exageración. La historia hablaba de princesas que llegaban prístinas a la Iglesia, luciendo sus vestidos mientras más blancos mejor y con un velo que se levantaba para simbolizar la entrega absoluta de la mujer a su pareja: la sesión de la familia, para dejar que uno de sus integrantes hiciese la suya.
Las ideas han cambiado, no necesariamente en trasfondo y concepto, pero sí culturalmente. La novia informal es romántica, pero coqueta y algo alocada. Cambió el falso, por telas livianas, ligeras y que caen sin hacer otra forma que no sea la del cuerpo y se bajó de los tacos incaminables.
No sé si por rebeldía o no, pero para oponerse al tradicionalismo el encaje se alza como el material de mangas, escote y mucho más. No sólo porque pone de relieve una textura y forma, sino porque es transparente e insinúa. No hay estructura fija que condicione a las mujeres que celebran hoy en ceremonias, de todos los tipos, el compromiso del matrimonio. Es por eso que, paradójicamente, con sutileza y osadía, aparecen escotes pronunciados en la espalda y otros de frente que se atenúan con transparencias.
El velo ha bajado desde la cabeza a la espalda y ya no cubre el rostro, porque no hay nada más lindo que mostrar, desde el inicio, la felicidad de aquella que llega sonriente al día en que decide formar su propia familia. Y, aunque no tiene el protagonismo que solía tener, el largo no se cambia, porque la cola le da elegancia y soberbia a la ocasión y pone las cosas a la altura de las circunstancias.
Y no hay chasconeo que se haga efectivo, sin cabello que dejar al libre albedrío del viento. Por eso se ven algunos semi recogidos, looks que parecen express o, incluso, el pelo suelto con coquetas ondulaciones. Ilustran un romanticismo juguetón que tiene de formalidad en el compromiso e informalidad en la complicidad.
Así que mezcla, olvídate de las líneas y de los invitados. Usa la forma que te acomode y te haga sentir bien, que te vuelva una presumida radiante que roba las miradas por su soltura y seguridad. Y si quieres estar en onda, entonces usa tocados de pedrería fina o flores y ejercita la espalda, porque vas a tener que mostrarla.
Si te gustaría ver la evolución de los vestidos de novia en 100 años te dejamos este video publicado en Youtube por Ariel Martin Gomez Suarez de amgstudio.com.ar
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